Septuagésimo primer desahogo, de la buena conversación.

Published by desahogandome under on 6:10:00 a. m.
Anoche hablé con un muerto,
que ya había pasado de blanco a morado
y vuelto a blanco helado
y me dijo:
que sintió frío, al principio
y que después despertó del sueño;
ahora espera saber hacia donde partir primero
adonde ir, buscando un camino o un guía que ni encuentra
ni aparece por ningún lado.

Así que ahí sigue, todo inquieto, y todo quieto
en suspenso
empieza a no querer ser sepultado
-no está seguro de si, bajo tierra, podremos seguir charlando.
Desear hallar el camino que le prometieron
ese por el que pagó tanto dinero y tanto de su vivo tiempo;
que ya se a quiénes, sostiene.

Amaneció y ahí seguía el muerto,
también muerto de tedio,
y asustado.
Al calor de unas lágrimas ciertas y familiares
de llantos y susurros por el dolor que él ya no siente,
sino por seguir ahí, frío y yerto: sin tierra prometida.

Pasan las horas y por vez primera tiene miedo
más que a la muerte, confiesa ¡y está muerto!.
-Yo te dejo solo: para que encuentres a tus guías, o tu destino.

Pasado cierto tiempo acudí de nuevo a ver a mi amigo: el muerto
En su lugar una nota, esta vez de suicidio:
"Disculpe trovador de versos imperfectos:
partí solo y vacío, no sé a qué lugar (nadie me lo enseñó en la tierra)
pero, tranquilo, allí nos encontraremos".

Septuagésimo desahogo, resumiendo 69 sin querer... o queriendo.

Published by desahogandome under on 1:57:00 a. m.






Directamente: disparo al pecho
y sin despecho
(fácil verso de trovador imperfecto)
del político del siglo XXI
porque al: es delito
porque lo merecen como el desprecio.

Cambio de tercio
el amor no es perfecto
qué importa si es por decreto
del tiempo y de algún precio
ni disimulos vagos: ni despidos.

Un aroma acude presto
poco a poco se altera el viento
la sonata va cambiando
el pensamiento se tiñe de azul
y la noche va cayendo.

De repente y sin quererlo
la estética del verso se ha resentido
como el corazón roto y recompuesto
por un dolor que no ha pedido.

Antes de que las rocas sean arena, tal vez
el sexo será delito,
insisto; ¿y por qué no?, será prohibido.

... si desde tiempos de los diamantes
una manzana: y sin libertad.

¿aprenderá la humanidad?


....

y no se vaya todavía: aún a más:
no puedo finalizar este desahogo número setenta
que resultó resumen subconsciente de otros sesenta y nueve
(guiño)
sin eso: un guiño
a todas ellas
por todas las cualidades vivas
que consiciente siempre,
he intentado retratar.

Sexagésimo noveno desahogo por la grandeza del universo

Published by desahogandome under on 10:21:00 a. m.

A cierta distancia,
la matemática lógica dicta recetas
y aún así no se alcanza.

Doblado el acero
el talento se esconde entre la maleza
de vírgenes bosques y ritmos tropicales.

El paso del tiempo no tiene dueño
como la voluntad del obrero de seguir sufriendo,
entre el agua, la tierra y el fuego
y el paso del tiempo no guarda el respeto;
hay quien puede alejarse de él sin sentir el frío intenso
y en su ánimo seguir perdiendo.

Lo que creo: hoy es domingo
y ni el séptimo día sigue al primero
aunque se repita, únicamente, por deseo expreso
del dolor con cuernos
de la sangre derramada al viento
de una web repleta de perfiles tiernos.
Nunca vacía.
Un anillo de oro luce en mi dedo
¡envuelto en mi carne desde hace tanto tiempo!

Noventa y nueve razones tengo
y una sola, ajena, me detiene:
mis pies están quietos,
no atados,
quietos;
y la mirada perdida en la manta gris del cielo
miro hacia arriba
y observo
a mi reflejo en ese espejo
que le sobra una soga colgada al cuello:
para explicarlo solo un motivo tengo
y así llegar a un ciento.


No veo
y aún lo quiero:
por más que el paisaje de luces y sombras extrañas
llegue antes a mi sangre que a mis vacías entrañas.
Y así y todo me engañas
mientras despejas incógnitas varias
(del teorema del dolor humano) descrito en viejas cursivas
que olvidas cada vez que te depilas
y te maquillas, cantas o ladras:
Como una perra sin camada
o el cirujano sin bisturí que no tiene quien le escriba.
Lloré hasta querer morir
y no dejé de sentir lágrimas en mi rostro
y lloro más: por no saber olvidar
o por haber olvidado cómo dejar de hacerlo:
a renegar de mí mismo.


Quise parir matemáticas
no supe mejor manera de honrar a algún dios
que a su imagen y semejanza;
mismos poderes en distintos destinos
mismas posibilidades: o sea: infinito.

Sexagésimo octavo desahogo, el día a día con amatxu ausente

Published by desahogandome under on 6:10:00 a. m.



Te estimo.
Mientras abrazo una estrella fugaz: lenta y fría.
Es más: te deseo.
Cada vez que miro al cielo y veo que allí no estás.
Y aún más:
porque el sigilo tuyo es para no despreciar.
Te valoro. Más por mí.
Cuando esos ojos abiertos e incoloros no dejan de escuchar.
Sí, te quiero; como a más:
la suma no es avaricia si se sabe investigar.
Te adoro. Cada día más.
Copy-Paste: "como se adora a dios ante su altar".
Te idolatro, idolatrada mía;
a los espíritus es imposible engañar.
Fui tu capricho, ¿lo sigo siendo?
El amor sin viceversa: una ensalada sin sal.

Sexagésimo séptimo desahogo, el del insomnio

Published by desahogandome under on 7:26:00 a. m.

Camino bajo la tempestad que trajo la calma
sin excesos, que a penas me conozco:
decenas... cientos... miles... ¿decenas de miles? de horas para morir, tal vez, o más
o sea: otras tantas por vivir, para reir, o llorar.

Azotan mi rostro gotas de lluvia perdidas
no causan dolor, cuando el dolor ya pasó:
el viento que las guió es el mismo que se las lleva evaporadas, que no las deja permanecer en mí
aunque ellas no quieran, ni yo; por más que roguemos: ellas y yo.

Tiembla mi piel bajo el abrigo transparente
por frío, o porque sí:
como el cutis de un niño imberbe primero... pero hoy que es ayer y mañana también, abrigan las arrugas
asi qué: sean bienvenidas y que lleguen más pero más despacio, por favor.

Encuentro cobijo en un hostal que tenía olvidado
prefiero, sin embargo, seguir a la interperie:
el calor del hogar es un recuerdo lejano, el frio sufrible me obliga a seguir mis pasos
a ver cuándo: bajo la calma que dicen que trae: la tempestad.

Y es que: para poder morir hay que vivir primero.